Los orígenes de la seguidilla se remontan al siglo XV. Los antecedentes más tempranos se encuentran en las jarchas hispano-mozárabes de los siglos XI y XII, así como en las cantigas gallegas de Alfonso X el Sabio. La denominación «seguidilla» aparece por primera vez en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599), quien afirma que «las seguidillas arrinconaron a la zarabanda», si bien la primera definición aparece en el Cisne de Apolo de Luis Alfonso de Carvallo (1602). Fue popular en época de Cervantes e igualmente se incluye en la mayoría de las obras del teatro español del siglo XVIII.
Las seguidillas nacieron en La Mancha y por ello recibieron el apellido de manchegas. La comarca natural de La Mancha comprende parte de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, e irradia a toda Castilla-La Mancha donde se manifiesta, además de en seguidillas manchegas, en variantes tales como seguidillas corridas, boleras, torrás, paraíllas, poblatas, pardícas, gandulas, ... Como manifestación de música popular, se ha extendido por varias regiones, fundamentalmente del centro y sur de España, y por otros países, generalmente de Latinoamérica, donde se pueden encontrar distintas variedades.